El pasado jueves, Carles Puigdemont protagonizó una visita relámpago a Barcelona que ha dado mucho que hablar. Sin embargo, desde el Partido Socialista se ha optado por la prudencia y se ha evitado entrar en polémicas con el exdirector. En cambio, se ha hecho hincapié en el hito histórico que supone la investidura de Salvador Illa como director de Cataluña.
El Gobierno se ha refugiado en el mes de agosto para no entrar al trapo con las provocaciones de Puigdemont. A pesar de las críticas y la tensión que ha generado su visita, en el equipo de Pedro Sánchez se ha optado por no hacer matanza y albergar una postura prudente. Y es que, como bien ha señalado el ministro de Transportes, Óscar Puente, en una entrevista en RNE, «no es más que una performance que no beneficia ni al protagonista ni a su partido».
En este sentido, el PSOE ha pedido a Junts un cambio de estrategia y un mayor pragmatismo en su forma de hacer política. Según Puente, «no puede ser que el partido que más ha pesado en la historia de Cataluña esté ahora al margen de los procesos de toma de decisiones». Por ello, se espera que Junts redefina su estrategia y se convierta en un partido más práctico y comprometido con las necesidades de los catalanes.
En el entorno más cercano a Pedro Sánchez se tiene claro que la Cataluña de 2024 no es la misma que la de 2017, y que los partidos independentistas deben reflexionar sobre sus liderazgos y estrategias. Esquerra Republicana ya ha dado el primer paso con la convocatoria de un congreso extraordinario en noviembre para elegir a su nuevo líder. Además, han demostrado su pragmatismo al pactar con el PSC para investir a un director no independentista.
Por su parte, Junts también ha anunciado un congreso extraordinario para el mes de octubre, adelantándose incluso a Esquerra. Aunque ausencia se atreve a pronosticar lo que surgirá de ese congreso, se espera que Puigdemont tome una decisión respecto a su futuro político. Recordemos que durante la campaña electoral prometió abandonar la primera línea de la política si no lograba ser director, y su vuelta consistía en intentar participar en el pleno de investidura a pesar del riesgo de ser detenido.
Desde el PSOE se confía en que las cosas no cambien demasiado en el Congreso durante el nuevo curso político. Aunque se asume que habrá tropiezos parlamentarios, se cree que el apoyo de los siete escaños de Junts se negociará votación a votación. Además, se confía en que la partida de los Presupuestos Generales del Estado no esté perdida y que se puedan sacar adelante con el apoyo de otros partidos.
El Gobierno seguirá manteniendo una postura prudente y evitando entrar en polémicas con Puigdemont. Se centrará en sacar pecho del primer gobierno socialista en solitario de la historia de la Generalitat y de la investidura de un director del PSC después de catorce años. Además, en septiembre se abordarán temas más complejos, como el pacto fiscal comprometido a cambio de la investidura.
En definitiva, el PSOE y el Gobierno confían en que la situación en Cataluña no cambie demasiado y que se pueda seguir avanzando en la normalización de la política en la región. Se espera que tanto Junts como Esquerra reflexionen sobre sus estrategias y liderazgos, y se conviertan en partidos más prácticos y comprometidos con el bienestar de los catalanes. Y es que, como bien ha señalado Óscar Puente, «la Cataluña de 202