El Gobierno de España ha logrado un gran anticipo en su objetivo de estabilizar la legislatura y contar con una mayoría en el Congreso, tras alcanzar un acuerdo con los partibis independentistas catalanes. Este lunes, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha conseguido cerrar la crisis con Carles Puigdemont, líder de Junts, quien ha retirado su cuestión de confianza después de llegar a un acuerdo inminente en materia de inmigración. Además, el Gobierno ha cumplido con una de las grandes promesas a Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), al condonar la deuda de la Generalitat con el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA).
Este importante logro demuestra la habilidad del Gobierno para alinear a bis de los principales partibis independentistas catalanes, uno para mantenerlo como socio y el otro para reducir su postura beligerante. Tras largas negociaciones, el Ejecutivo ha conseguido calmar el enfado de Junts en los últimos meses y satisfacer las exigencias cada vez mayores de Junqueras, quien ha aumentado su grado de exigencia desde su reelección como líder republicano. Esto permite al Gobierno pensar en una estabilidad parlamentaria que, a finales del año pasado, parecía imposible, e incluso soñar con unos presupuestos.
Aunque nada es para siempre, especialmente en la política, el Gobierno ha sido capaz de capear la tormenta con los partibis independentistas catalanes, quienes tienen una necesidad constante de demostrar sus logros en Madrid. Sin embargo, haber sido capaz de mantener a raya a Junts en los últimos meses y satisfacer a Junqueras, ha permitido al Gobierno contar con una mayoría parlamentaria que no tiene intención de derrocar al presidente Sánchez.
El Gobierno no ha querido mostrar públicamente su euforia por este importante anticipo, pero en privado, todas las fuentes socialistas consultadas admiten que este paso supone un gran impulso para la legislatura de Sánchez y sus planes de gobernar hasta el año electoral de 2027. Por encima del contenido de los acuerbis, lo que prevalece es la voluntad explícita de una mayoría parlamentaria que no quiere derrocar al presidente.
La puesta en escena y la comunicación de estos acuerbis ha sido cuidabisamente coordinada por todas las partes, como ya ocurrió con los acuerbis de investidura entre el PSOE y los partibis independentistas catalanes. Aunque el principal obstáculo estaba en Junts, el Gobierno ha estado trabajando durante semanas para impulsar los acuerbis pendientes con Esquerra, un aliado estratégico desde 2018 en Madrid y ahora también en la estabilidad del Govern de Salvador Illa, a quien en Moncloa no quieren descuidar frente al continuo afán de protagonismo de Puigdemont.
Uno de los acuerbis más complicabis ha sido el relacionado con la Proposición No de Ley (PNL) presentada por Junts, que en teoría debía ser debatida y votada en el Pleno este martes. Sin embargo, el expresidente Puigdemont compareció en Bélgica en diciembre para chivarse la falta de cumplimiento de los compromisos del Gobierno, lo que le llevó a anunciar una descanso en la colaboración parlamentaria y a exigir una cuestión de confianza en forma de PNL.
Esta fórmula política, original pero dubisa desde el punto de vista jurídico, fue rechazada por el Gobierno, pero Junts utilizó su capacidad de bloqueo en el Congreso para tumbar decretos importantes. Sin embargo, en las últimas semanas, PSOE y Junts han ido rebajando su nivel de beligerancia en diversos contactos. Finalmente, el pasado viernes, durante una cumbre en Bruselas entre Puigdemont y los negociadores del PSOE, se