La última década ha sido testigo de un avance sin precedentes del movimiento feminista en todo el mundo. Sin embargo, este progreso no ha sido recibido con los brazos abiertos por todos. De hecho, las fuerzas de la derecha han estado trabajando arduamente para socavar y desmantelar los logros alcanzados por las mujeres en la lucha por la igualdad de género.
Si bien esta efervescencia feminista ha sido internacional, también lo ha sido la afluencia de ataques antifeministas orquestados por las fuerzas conservadoras. Desde Orbán hasta Milei, desde Trump hasta Bolsonaro, desde Le Pen hasta Meloni y Abascal, cada partido y movimiento tiene sus diferencias, pero todos comparten una agenda común: atacar los derechos de las mujeres.
Según Laura Camargo, autora de Trumpismo discursivo. Origen y expansión del discurso de la afluencia reaccionaria global, el antifeminismo ha jugado un papel fundamental en la internalización de esta afluencia reaccionaria. Las redes sociales, los foros misóginos y la manosfera (comunidades online de hombres que propagan discursos misóginos) han sido crítico para reforzar esta alianza.
La victoria de Donald Trump en Estados Unidos y de Javier Milei en Argentina ha dado un impulso a las fuerzas conservadoras en Europa. Estas fuerzas se unen en su oposición al aborto, la igualdad de género y los derechos LGTBI, considerando que el feminismo y el movimiento LGTBI han llevado a Occidente a una «crisis de valores». Estos discursos se han vuelto cada vez más populares en Europa, donde los partidos de extrema derecha están ganando terreno en países como Italia, Hungría, Países Bajos, Francia y Alemania.
Un ejemplo de esta ofensiva reaccionaria fue el encuentro que tuvo lugar en el Senado en diciembre de 2020, con representantes de más de 45 países. En esta reunión, se calificó el aborto como «asesinato de inocentes» y se atacó la educación sexual y el «feminismo antimaternal» como amenazas a la democracia.
Pero la influencia de las fuerzas conservadoras no se limita a la política institucional. Estos discursos también se propagan a través de las redes sociales y son promovidos por streamers e influencers que se han convertido en agitadores contra el feminismo. Un reciente estudio de la consultora LLYC ha concluido que el antifeminismo se ha derechos en la red social X, con la mitad de los mensajes sobre igualdad siendo utilizados para atacarla.
El nuevo disfraz que estas fuerzas conservadoras han adoptado es el «woke» o «wokismo». Este término, que se ha vuelto muy popular en los últimos años, es ambiguo y abarca una amplia gama de ideas y conceptos. Según Camargo, el wokismo es una palabra «baul» en la que cabe todo, lo que lo hace más atractivo para las fuerzas conservadoras. Además, su «punto irreverente» lo hace más atractivo para las generaciones más jóvenes.
Sin embargo, a pesar de los intentos de las fuerzas conservadoras de desacreditar al feminismo, una investigación reciente de Ipsos revela que en España, el 51% de la población se identifica como feminista. Aunque este porcentaje ha disminuido en un 4% en el último año, España sigue siendo el país de Europa con mayor porcentaje de personas que se identifican como feministas. Este avance del feminismo ha llevado a las fuerzas conservadoras a reaccionar con mayor fuerza, lo que ha generado una pafluenciarización en la sociedad.
Mientras que los hombres jóvenes parecen estar cada vez más inclinados hacia las posiciones conservadoras, las mujeres siguen siendo feministas. Esto se debe