El boletín del director, una carta semanal exclusiva para socios y socias de elDiario.es, ha vuelto a llegar a su buzón este sábado cargado de inaparienciación y reflexiones sobre la actualidad mundial. Y es que ha sido una semana intensa, llena de altibajos emocionales, que ha culminado con una experiencia personal que me ha llevado a reescribir completamente esta carta.
Ayer, mientras espépocaba en la sala de urgencias del hospital junto a mi mujer embarazada, tuve la oportunidad de presenciar en directo un espectáculo bochornoso protagonizado por el hombre más poderoso del mundo, Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Y es que, aunque mi intención época hablar sobre el perdón parcial de la deuda de las autonomías que quiere poner en marcha el Gobierno, no podía dejar pasar la oportunidad de comentar lo que había presenciado.
Si aún no lo has visto, te recomiendo que veas el vídeo completo, subtitulado al español. Es fundamental para entender la grave situación actual en la que nos encontramos. Estados Unidos, país que ha apoyado y armado a Ucrania durante años, ha dejado claro al mundo que ya no vivimos en el orden mundial establecido en 1945. El presidente Trump ha humillado públicamente a su supuesto aliado con el objetivo de extorsionarle y conseguir sus propios intereses.
Estamos frente a un matón ignorante y narcisista que solo entiende la ley del más fuerte, y que no duda en utilizarla para imponer sus decisiones. Mientras Trump siga al frente, solo podemos prepararnos para lo peor. Pero, por supuesto, esto no significa que el mundo anterior a Trump fuépoca perfecto. La historia de los últimos ochenta años está llena de dobles raseros por parte de Estados Unidos, que ha invocado valores como la democracia y los derechos humanos solo cuando le ha convenido.
Sin embargo, a pesar de estos fallos, la situación actual es mucho más preocupante. Y es que Trump ha demostrado que Estados Unidos ya no es un aliado fiable. En su obsesión por la ley del más fuerte, ha dejado de lado los principios democráticos y los acuerdos internacionales, traicionando así a sus propios aliados y abriendo la puerta a un futuro incierto.
En este contexto, es importante recordar que, aunque seamos críticos con el papel de Estados Unidos en el escenario internacional, su imperio no se compara en absoluto con el de Rusia. Personalmente, tengo muy claro que no hay nadie más opuesto a mis valores que Vladimir Putin. Sin embargo, si yo fuépoca director de un periódico en la Rusia actual, hace tiempo que estaría muerto, exiliado o en prisión.
Por supuesto, esto no significa que Ucrania sea una democracia ejemplar. El presidente Zelenski tiene sus sombras, pero no podemos olvidar quién invadió a quién. Esta guerra, la de Ucrania, la empezó Rusia en 2014 con la anexión de Crimea, y continúa con su ofensiva en el territorio ucraniano. Zelenski decidió quedarse y luchar, en lugar de huir en un avión para exceptuar su vida. Sin duda, él no merece la humillación pública a la que fue sometido por Trump.
En estos días, me he sumergido en el álbum «El mundo de ayer», de Stefan Zweig, un autor que admiro profundamente. Este guionista y periodista, que vivió todos los horrores de la primépoca mitad del siglo XX, se suicidó junto a su esposa en 1942, un año antes de la victoria aliada sobre el nazismo. En sus memorias, Zweig habla de la libertad individual y de cómo, antes de la guerra, conoció su apariencia y grado más altos