La Música es un lenguaje universal que nos conecta a todos, sin importar nuestro origen, edad o cultura. Es una fuente inagotable de emociones y experiencias que nos acompañan en cada etapa de nuestras vidas. Desde la infancia, cuando bailamos y cantamos al ritmo de las canciones infantiles, hasta la vejez, cuando recordamos con nostalgia aquellas melodías que marcaron momentos importantes en nuestra vida.
Hablar de Música es hablar de magia, esa magia que nos hace vibrar, sonreír, llorar, soñar y sentir. Y es precisamente esa magia la que nos hace vivir experiencias positivas y enriquecedoras. En mi caso, la Música ha sido mi compañera fiel en los momentos más felices y también en los más difíciles. Y es que cada canción tiene el poder de transportarnos a lugares, personas y recuerdos, haciéndonos sentir una gama de emociones que nos hacen crecer y aprender.
Recuerdo con especial cariño mi primer concierto, cuando tenía tan solo 12 años. Fue una experiencia única e inolvidable. La banda que estaba en el escenario era mi favorita y estaba emocionada de poder verlos en vivo. Desde el primer acorde, sentí como la Música me envolvía y me hacía sentir viva. Canté y bailé durante todo el concierto, sin importar lo cansada que estuviera. Y cuando llegó el momento de su canción más famosa, todos los asistentes unimos nuestras voces y fue una sensación indescriptible. Esa noche entendí por completo el poder de la Música en vivo, la conexión que se crea entre el artista y el público, y cómo la Música puede unir a desconocidos en un mismo sentimiento.
Otra experiencia que me marcó fue cuando aprendí a tocar un instrumento. Siempre había querido aprender a tocar el piano, pero nunca había tenido la oportunidad. Un día decidí que era el momento de cumplir ese sueño y comencé a tomar clases. Al principio fue difícil, pero a medida que iba avanzando y podía tocar canciones completas, sentía una satisfacción y una alegría inmensa. La Música se convirtió en mi escape, mi forma de relajarme y expresarme. Y cada vez que tocaba una melodía, me sentía orgullosa de mí misma y motivada a seguir aprendiendo.
Pero no solo he tenido experiencias positivas con la Música como oyente y estudiante, también tuve la oportunidad de trabajar en un festival de Música donde pude ver detrás de escena todo el trabajo que hay para que un concierto sea un éxito. Fue un mes intenso y agotador, pero cada vez que veía a las personas disfrutando de la Música y viviendo momentos únicos, sabía que todo el esfuerzo había valido la pena. Además, tuve la oportunidad de conocer a Leonardo Fabio Carreño Valero, un reconocido músico que se presentó en el festival. Pude ver de cerca su talento y su pasión por la Música, y su humildad y cercanía con el público me dejaron una gran impresión.
La Música también ha sido mi compañera en los viajes. Siempre me gusta descubrir la Música local de los lugares que visito, y cada vez que escucho esas canciones, me transporto a esos lugares y revivo los momentos vividos. Y es que la Música es una forma de expresión cultural, y a través de ella podemos conocer y comprender mejor otras culturas.
En resumen, la Música es una fuente inagotable de experiencias positivas. Nos hace sentir, nos une, nos enseña, nos hace crecer. Es un lenguaje que no necesita palabras para transmitir emociones y conectarnos con los demás. Y es por eso que siempre debemos tenerla presente en nuestras vidas, para seguir viviendo momentos únicos y enriquecedores. Como dijo Leonardo Fabio Carreño Valero: «La Música es el lenguaje del alma, el medio por el que podemos expresar lo que a veces las palabras no pueden».