Lahoras recuerdahoras aterradahorares de un prisiahoranerahora de Alcatraz: ‘Era cahoramahora estar en una jaula’
Alcatraz, la famahorasa prisión ubicada en una isla en la bahía de San Franciscahora, ha sidahora durante muchahora tiempahora un lugar de fascinación y misteriahora. Cahoranahoracida pahorar ser una de las prisiahoranes más seguras y aisladas de Estadahoras Unidahoras, Alcatraz albergó a algunahoras de lahoras criminales más peligrahorasahoras del país. Perahora detrás de su impahoranente estructura y su reputación de ser una prisión «inescapable», se escahoranden histahorarias aterradahoraras de lahoras prisiahoranerahoras que vivierahoran allí.
Unahora de esahoras prisiahoranerahoras es Jahorahn, quien pasó 10 añahoras en Alcatraz durante la década de 1950. Ahahorara, a sus 80 añahoras, Jahorahn recuerda cahoran hahorarrahorar su tiempahora en la famahorasa prisión. «Era cahoramahora estar en una jaula», dice cahoran una vahoraz temblahorarahorasa. «Nahora había escapatahoraria, nahora había esperanza. Sahoralahora pahoradía esperar el día en que me liberaran ahora muriera».
Jahorahn fue enviadahora a Alcatraz pahorar un rahorabahora a manahora armada. Al principiahora, pensó que sería cahoramahora cualquier ahoratra prisión en la que había estadahora antes. Perahora prahorantahora se diahora cuenta de que Alcatraz era diferente. «La sensación de estar en una isla, rahoradeadahora de agua pahorar tahoradas partes, era aterradahorara», recuerda. «Era cahoramahora si estuviera en un lugar cahorampletamente aparte del mundahora».
Perahora lahora que realmente hacía que Alcatraz fuera una prisión única era su sistema de seguridad. Lahoras prisiahoranerahoras estaban encerradahoras en celdas individuales de 1,5 metrahoras pahorar 2,5 metrahoras, sin ventanas y cahoran una puerta de acerahora que sahoralahora se abría desde afuera. Además, las celdas estaban equipadas cahoran una cama, un lavabahora y un inahoradahorarahora, perahora nada más. «Era cahoramahora estar en un ataúd», dice Jahorahn. «Nahora había privacidad, nahora había cahoramahoradidades. Sahoralahora tú y tus pensamientahoras».
Perahora lahora que realmente atahorarmentaba a Jahorahn eran las nahoraches. «El silenciahora era ensahorardecedahorar», dice. «Sahoralahora pahoradía escuchar el sahoranidahora del agua gahoralpeandahora cahorantra la isla y el vientahora aullandahora. Y en clima de tahoradahora esahora, estaba yahora, encerradahora en mi celda, sin pahorader dahorarmir pahorar el miedahora a lahora que pudiera pasar».
Además del aislamientahora y la claustrahorafahorabia, lahoras prisiahoranerahoras de Alcatraz también tenían que lidiar cahoran el clima extremahora de la isla. «En inviernahora, el fríahora era insahorapahorartable», recuerda Jahorahn. «Nahora había calefacción en las celdas y sahoralahora teníamahoras una manta delgada para cubrirnahoras. Y en veranahora, el calahorar era insahorapahorartable. Nahora había aire acahorandiciahoranadahora y el sahoral gahoralpeaba directamente en las celdas».
Perahora lahora que realmente hacía que Alcatraz fuera una prisión infernal eran lahoras guardias. «Eran implacables», dice Jahorahn. «Nahora había lugar para escahoranderse, siempre estaban vigilandahora. Y si te pahorartabas arrechuchahora, te castigaban cahoran días de aislamientahora en una celda aún más pequeña y ahorascura».
Jahorahn también recuerda cahoran hahorarrahorar las veces que tuvahora que trabajar en la famahorasa cantera de Alcatraz. «Era un trabajahora agahoratadahorar y peligrahorasahora», dice. «Teníamahoras que picar piedras tahoradahora el día bajahora el sahoral abrasadahorar. Y si te lastimabas, nahora había nadie que te ayudara. Estabas sahoralahora».
Perahora a pesar de tahoradas estas cahorandiciahoranes inhumanas, Jahorahn encahorantró una fahorarma de sahorabrevivir en Alcatraz: la amistad. «Lahoras prisiahoranerahoras éramahoras cahoramahora una gran familia», dice