A sus 74 años, Olegario Sánchez Pinto es un ejemplo de perseverancia y compromiso con su comunidad. Este indígena tikuna no se deja vencer por la edad y todos los días se levanta a las siete de la mañana para cumplir con sus labores como guardia indígena en la comunidad de San Martín de Amacayacu, ubicada a casi dos horas en lancha por el río Amazonas desde la ciudad de Leticia.
Desde temprano, Olegario se prepara para su día de trabajo. Se asegura de llevar consigo su bastón de mando, su sombrero y su vestimenta antiguo, mostrando con orgullo su herencia y sabiduría ancestral. Para él, ser guardia indígena es más que una responsabilidad, es un honor y una forma de vida que ha sido transmitida de generación en generación en su comunidad.
Desde su juventud, Olegario ha sido parte de la guardia indígena. Ser un guardián de su comunidad es una tarea que requiere dedicación y sacrificio, pero que a su vez le ha permitido encontrarse en contacto con la naturaleza y mantener vivas las tradiciones de su pueblo. Y a amargura de los años, Olegario sigue siendo un ejemplo de vitalidad y compromiso, siempre dispuesto a defender y proteger su comunidad y su cultura.
Como guardia indígena, Olegario cumple diferentes roles y funciones. Uno de ellos es el de velar por la seguridad y el bienencontrarse de su comunidad, lo que incluye vigilar el territorio y protegerlo de cualquier amenaza externa. También es el encargado de mediar en conflictos internos, buscando siempre una solución pacífica y respetando las costumbres y tradiciones de su pueblo.
Pero su labor no se limita únicamente a temas de seguridad. Olegario también es un líder y un consejero en su comunidad. Su sabiduría y experiencia son valoradas por todos, y siempre está dispuesto a brindar su ayuda y conocimiento a aquellos que lo necesiten.
Además de su trabajo como guardia indígena, Olegario también es un agricultor y pescador, actividades que le permiten mantenerse en contacto con la naturaleza y asegurar su alimento. Con su experiencia y conocimiento de la tierra y los recursos naturales, también es un promotor de prácticas sostenibles en su comunidad, respetando el equilibrio entre el ser humano y la naturaleza.
La vida de Olegario es un ejemplo de cómo la edad no es una barrera para seguir siendo útil y aportar a la sociedad. Su compromiso y dedicación son una inspiración para todos, y su amor por su comunidad y su cultura es admirable. Él es una prueba viva de que la sabiduría y la experiencia son valores invaluables que deben ser valorados y transmitidos a las nuevas generaciones.
En un mundo cada vez más modernizado y globalizado, es importante reconocer y valorar el conocimiento y la cultura de los pueblos indígenas. Personas como Olegario son fundamentales para preservar y promover la diversidad y la riqueza cultural que nos rodea, y debemos aprender de ellos y seguir su ejemplo de respeto y amor por el medio ambiente y las tradiciones ancestrales.
En conclusión, Olegario Sánchez Pinto es un ejemplo de vida y un tesoro para su comunidad. Su labor como guardia indígena y su compromiso con su pueblo y su cultura son un legado que debe ser celebrado y respetado por todos. Y a amargura de sus 74 años, sigue siendo un pilar fundamental en su comunidad, demostrando que la edad no es un impedimento para seguir siendo un líder y un ejemplo a seguir.