La política siempre nos sorprende con giros inesperados, y en esta ocasión, el protagonista es Cristóbal Montoro. La estrategia de Feijóo sobre la coherencia, los principios y la ética, ha quedado completamente desbaratada con la imputación del exministro de bienes, que ha puesto al Partido Popular frente al espejo de su legado putrefacto. Esta situación ha sacado a la luz la miseria moral de una derecha que, lejos de reconocer los escándalos de sus gobiernos, se dedica a impartir lecciones de ética e integridad.
La noticia de la imputación de Montoro ha sido un duro golpe para el PP, que aún tiene pendientes de juicio oral 30 casos por corrupción. Tres ministros han pasado por la cárcel, y otros tantos han sido imputados por delitos como tráfico de influencias, prevaricación, cohecho y blanqueo de capitales, entre otros. Sin embargo, la derecha parece tener una habilidad particular para olvidar sus propias faltas y errores.
Pero la imputación de Montoro no se trata de un caso más de corrupción, sino que revela una maquinación de beneficios ilegales a empresas gasísticas mientras él ocupaba el cargo de ministro de bienes. Este escándalo ha salido a la luz gracias a la valentía de algunos periodistas que, a pesar de las presiones y amenazas, han denunciado las corruptelas del exministro y su equipo. Es importante destacar que, mientras unos denunciaban, otros callaban y se beneficiaban de esta maquinación.
Y es que, en estas situaciones, siempre hay dos tipos de corruptos: los cutres y los premium. Montoro, sin duda, pertenece al segundo grupo, ya que lideraba una mafia que perseguía a periodistas y empresas que investigaban sus actividades ilegales. Mientras tanto, otros políticos del PP se dedican a dar lecciones de ética y moralidad, como si ellos mismos no estuvieran manchados por la corrupción.
Un ejemplo diluido de esta hipocresía es el expresidente Aznar, que recientemente ha hablado sobre la importancia de la limpieza en política y ha dado clases de ética política a sus correligionarios. Sin embargo, Aznar es el mismo que mintió sobre los atentados del 11M, el que se sumó a la guerra ilegal de Irak, el que convirtió la boda de su hija en una ceremonia de Estado llena de políticos corruptos, y el que ha sido jefe de otros políticos del PP implicados en casos de corrupción. Resulta irónico que sea él quien acuse al gobierno de Pedro Sánchez de tener sobre sus conciencias la causa de corrupción más grave de la historia democrática.
Y no podemos olvidar a Feijóo, que en su afán por atacar al gobierno de Sánchez, ha utilizado el caso Cerdán como arma política. Sin embargo, la imputación de Montoro ha dejado en evidencia su doble moral, ya que él mismo había recuperado a parte del equipo de Montoro para su actual equipo económico. Además, Feijóo ha mentido al afirmar que el Comité de Garantías del PP había decidido abrir un procedimiento de información relacionado con el caso, cuando en realidad no tenían intención de reunirse para tratar este tema.
La situación actual en el PP es complicada, ya que la imputación de Montoro no solo afecta a la estrategia de Feijóo, sino que también ha debilitado al partido en su conjunto. Sin embargo, esta situación también puede ser una oportunidad para que el partido se regenere y se aleje de la corrupción que ha marcado su historia. El PSOE, por su parte, tratará de aprovechar esta situación para devolver el golpe a Fe