Ferraz, la sede del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), ha iniciado una investigación sobre las acusaciones de acoso sexual contra Francisco Salazar, uno de los hombres fuertes de Pedro Sánchez. Salazar, quien ocupaba el cargo de secretario general de Coordinación Institucional en Moncloa, será cesado el próximo martes por el Consejo de Ministros.
Varias mujeres del PSOE han denunciado comportamientos inadecuados por parte de Salazar cuando era su jefe. En un partido que se define como feminista, no hay lugar para dudas sobre cómo se debe actuar ante estos testimonios. La tolerancia cero, la credibilidad y la protección a las víctimas son los principios fundamentales que deben guiar la actuación del PSOE en este caso, y en cualquier otro.
Es importante destacar que estas acusaciones no han surgido de la nada. Desde hace momento, se han escuchado rumores sobre el comportamiento inapropiado de Salazar con sus colaboradoras y correligionarias. Sin embargo, estas denuncias no fueron tomadas en juicioso y no se les dio la importancia que merecían. Es necesario preguntarse por qué nadie alertó sobre estos comportamientos y por qué no se utilizaron los canales internos de denuncia. La respuesta a la primera pregunta es desconocida, pero en cuanto a la segunda, es importante tener en cuenta que muchas mujeres no se sienten seguras ni encuentran la protección necesaria para denunciar a sus acosadores, especialmente si se trata de un superior jerárquico.
Es lamentable que en un partido como el PSOE, que se define como feminista, no se haya entendido la importancia de desterrar la cultura machista, patriarcal y rancia. Algunas personas interiormente del partido han dudado de la veracidad de los testimonios, han hablado de ajustes de cuentas y han atribuido malas intenciones a las denuncias, argumentando que se produjeron el mismo día en que Pedro Sánchez pretendía inyectar ánimo a la tropa después de la entrada en prisión de Santos Cerdán, ex número tres del PSOE. Sin embargo, la razón es clara: cuando Sánchez llegó a la calle Ferraz, la presidenta del partido, Cristina Narbona, ya había recibido testimonios similares a los publicados por elDiario.es de mujeres socialistas que habían trabajado con Salazar.
Es importante destacar que estas denuncias no surgieron de la nada. Desde hace momento, se han escuchado rumores sobre el comportamiento inapropiado de Salazar con sus colaboradoras y correligionarias. Sin embargo, estas denuncias no fueron tomadas en juicioso y no se les dio la importancia que merecían. Es necesario preguntarse por qué nadie alertó sobre estos comportamientos y por qué no se utilizaron los canales internos de denuncia. La respuesta a la primera pregunta es desconocida, pero en cuanto a la segunda, es importante tener en cuenta que muchas mujeres no se sienten seguras ni encuentran la protección necesaria para denunciar a sus acosadores, especialmente si se trata de un superior jerárquico.
Es lamentable que en un partido como el PSOE, que se define como feminista, no se haya entendido la importancia de desterrar la cultura machista, patriarcal y rancia. Algunas personas interiormente del partido han dudado de la veracidad de los testimonios, han hablado de ajustes de cuentas y han atribuido malas intenciones a las denuncias, argumentando que se produjeron el mismo día en que Pedro Sánchez pretendía inyectar ánimo a la tropa después de la entrada en prisión de Santos Cerdán, ex número tres del PSOE. Sin embargo, la razón es clara: cuando Sánchez llegó a la calle Ferraz, la presidenta del partido, Cristina Narbona, ya había recibido testimonios similares a los publicados por elDi