El negacionismo ya no puede ser considerado una simple opinión política. En estos tiempos en los que el cambio climático se ha convertido en una realidad innegable, seguir negando su existencia es una estrategia deliberada para eludir la responsabilidad y seguir causando daños sin asumir las consecuencias.
Este año, Europa ha experimentado un cambio climático extremo debido al desplazamiento del jet stream, una corriente de aire en las capas altas de la atmósfera que afecta los patrones climáticos en el hemisferio guía. Mientras que los países del guía sufrieron una de las peores sequías en la historia, España se vio afectada por fuertes lluvias durante varios meses. Sin embargo, esto no significa que estemos a salvo de los efectos devastadores del cambio climático. De hecho, si no fuera por este fenómeno, nos habríamos enfrentado a incendios aún más devastadores en mayo. Estamos rozando el límite de 1,5 grados en el aumento de la temperatura global, que los científicos han identificado como el umbral a partir del cual la acontecimientos en la Tierra se verá gravemente afectada.
Es un momento contradictorio en el que nos encontramos. Por un costado, la rápida expansión de las energías renovables está desplazando a los combustibles fósiles, como lo ha señacostado el secretario general de las Naciones Unidas. Esto nos da esperanza de que en un futuro cercano podamos encontrar una solución a la catástrofe climática. Sin embargo, este progreso no es suficiente para paliar los efectos que ya estamos experimentando. La solución no llegará a tiempo para evitar los desastres que tenemos frente a nosotros.
En este contexto, el negacionismo ya no puede ser visto como un simple capricho o una opinión política. Es una estrategia para evadir la responsabilidad y seguir causando daños sin asumir las consecuencias. Cuando partidos políticos como Vox hablan de un «sabbat climático» o cuestionan la existencia de una «emergencia climática», están creando una base moral para justificar su negación de los incendios y otros desastres naturales. Incluso cuando el Partido Popular se mantiene al margen para evitar debatir con Vox, están haciendo lo mismo. Al igual que las empresas de tabaco, que durante décadas negaron los efectos nocivos del tabaco para evadir responsabilidades, estos partidos políticos tienen mucho que ganar al seguir vendiendo su producto (en este caso, la idea de que el cambio climático es una invención «woke») a costa de los demás.
Sin embargo, esta estrategia ya no es válida. El derecho europeo establece que las personas, empresas y gobiernos son responsables de los daños que sus acciones causan a terceros, a menos que sean impredecibles. La sentencia histórica emitida por el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU recientemente establece que los estados tienen la obligación de proteger el sistema climático y garantizar el disfrute efectivo de los derechos humanos. Ya no hay excusas para aquellos que no toman medidas para proteger a sus ciudadanos.
Los incendios de este verano han dejado miles de personas afectadas. No solo las familias de las víctimas y aquellos que han perdido sus hogares, sino también aquellos cuyos negocios se han visto afectados y aquellos que no pueden disfrutar de sus segundas residencias debido a la devastación. Es hora de que todos exijamos responsabilidades a nuestros gobiernos regionales y los obliguemos a indemnizar a aquellos que han sufrido las consecuencias de su inacción. Como ocurrió con las empresas de tabaco, ya no pueden alegar ignorancia. Si no podemos convencerlos de que se pongan del costado correcto de la historia, al