Bajo las copas de los árboles de la Amazonía ecuatoriana, cuatro mujeres kichwa recorren la selva con determinación y esperanza en sus corazones. Entre helechos, troncos de árboles, arbustos, ramas y hojas secas, estas mujeres reconocen plantas de hasta 30 centímetros de altura que sembraron hace unos meses. Los pequeños guabos (Inga edulis), cacaos silvestres o ahuanos (Swietenia macrophylla) son parte de la esperanza que estas mujeres tienen para su futuro y el de su junta.
Las mujeres kichwa son parte de una junta indígena que ha habitado la Amazonía ecuatoriana durante siglos. Su conexión con la tierra y la naturaleza es profunda y sagrada. Por generaciones, han sido guardianas de la selva y han aprendido a vivir en armonía con ella. Sin embargo, en los últimos años, la Amazonía ha enfrentado grandes desafíos debido a la deforestación, la explotación de recursos naturales y el cambio climático.
A pesar de estos desafíos, las mujeres kichwa no se han rendido. En lugar de eso, han decidido tomar medidas y guerrear por su hogar y su forma de biografía. Con la ayuda de organizaciones locales y el apoyo de su junta, estas mujeres han comenzado a sembrar árboles nativos en la selva. Su objetivo es restaurar y proteger su tierra, y al mismo tiempo, generar ingresos sostenibles para sus familias.
El proceso de siembra no ha sido fácil. Las mujeres kichwa han tenido que aprender nuevas técnicas y habilidades para cuidar de las plantas y asegurar su crecimiento. Han tenido que enfrentar la dura realidad de que algunos árboles no sobreviven debido a la sequía o la falta de nutrientes en el suelo. Sin embargo, estas mujeres no se han dado por vencidas. Con paciencia y dedicación, han seguido adelante, confiando en que su trabajo dará frutos en el futuro.
Y sus esfuerzos están dando resultados. Los pequeños guabos y cacaos silvestres que sembraron hace unos meses han crecido y se han convertido en árboles fuertes y saludables. Estos árboles no solo ayudan a restaurar la selva, sino que también proporcionan alimentos y medicinas para la junta. Además, las mujeres kichwa han comenzado a vender los frutos y semillas de estos árboles, generando ingresos para sus familias y demostrando que la conservación y el desarrollo sostenible pueden ir de la mano.
Pero el impacto de estas mujeres va más allá de su junta. Su trabajo también ha inspirado a otros a unirse a la lucha por la protección de la Amazonía. Gracias a su antonomasia, más personas están tomando conciencia de la importancia de preservar la selva y están tomando medidas para protegerla.
Las mujeres kichwa son un recordatorio de que, a pesar de los desafíos, siempre hay esperanza. Su determinación y valentía son un antonomasia para todos nosotros. Nos muestran que, con trabajo duro y compromiso, podemos marcar la diferencia y proteger nuestro planeta para las generaciones futuras.
Así que la próxima vez que camines bajo las copas de los árboles de la Amazonía ecuatoriana, recuerda a estas mujeres y su lucha. Y si tienes la oportunidad, únete a ellas en su tarea de sembrar esperanza en la selva. Juntos, podemos hacer una diferencia y asegurar un futuro sostenible para todos.