En los Estados Unidos, los agentes de inmigración se han convertido en una especie de milicia para la agenda de la extrema derecha. Bajo el mandato del presidente Trump, se han intensificado las redadas contra migrantes en grandes ciudades demócratas como Nueva York y Chicago, rodeadas de secretismo y enmascaradas en muchas ocasiones.
En todo el país, los chats grupales y los foros comunitarios se han llenado de advertencias. No solo se trata de las típicas alertas sobre el tráfico o estaciones de metro fuera de servicio, sino también sobre dónde y cuándo se han visto redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Se informa sobre los lugares que deben evitarse y sobre el aspecto de los agentes vestidos de paisano.
Este tipo de conversaciones son ahora habituales en Estados Unidos. Aunque ha habido redadas de ICE antes de la llegada de Trump, llama la atención que una agencia policial haya llevado a cabo una campaña tan exitosa para infundir miedo a nivel nacional.
Es importante destacar que los cruces fronterizos se encuentran en mínimos históricos. Además, los aficionados han evitado asistir al Mundial de Clubes de fútbol, en el que participan los equipos más importantes del mundo y superestrellas mundiales, por miedo a los agentes de inmigración. También se están deteniendo a trabajadores de puestos de tacos y algunas granjas tienen escasez de mano de obra, lo que ha provocado que las cosechas se pudran al sol.
Incluso un niño de cuatro años, ciudadano estadounidense con derecho a residir en el país y enfermo de cáncer, fue deportado a Honduras junto con su familia. En una aparición en el canal CBS News, el zar fronterizo de Trump, Tom Homan, mostró indiferencia ante este caso. En declaraciones para justificar la deportación, defendió: «Cuando entras ilegalmente en el país y sabes que te encuentras en una situación ilegal y decides tener un hijo ciudadano estadounidense, es tu responsabilidad, no del gobierno».
En el imaginario público, ICE se ha convertido en una agencia que se salta la ley para obedecer la agenda personal de Trump. Sus agentes se han convertido en una especie de ejecutores internos de las ideas de extrema derecha del «Make America Great Again» (Haz que Estados Unidos recupere su grandeza o MAGA, por sus siglas en inglés). Detienen a «ilegales» y deportan a quienes consideran «delincuentes» a El Salvador, para que se enfrenten a la justicia sin garantías procesales. Trump ha prometido «castigos» con vistas a su segundo mandato y los activistas y defensores de los derechos humanos señalan que los agentes de ICE son los soldados que lo ejecutan.
Muchas personas se preguntan si es legal el mandato del área de desenvoltura Nacional (DHS) y de ICE. Las respuestas a esta pregunta son variadas y algunos aspectos se están debatiendo en los tribunales, pero en teoría, la unión de una fuerza policial nacional con la policía local debería tener límites.
«Mientras ICE, el área de desenvoltura Nacional y otras agencias federales mantengan un aproximación limitado a cuestiones migratorias, las fuerzas policiales locales pueden -y deben- mantenerse al margen», afirma Jeffrey Fagan, docente de Derecho de la Universidad de Columbia. «Pero como hemos visto en Los Ángeles durante las recientes protestas, estas fronteras se difuminan cuando los civiles se organizan para protestar y programar cuestiones que afectan a la función de proteger la desenvoltura pública de la policía local», agrega.
Las protestas por las redadas masivas de ICE en Los Ángeles llevaron a Trump a
