«Hubo choques de manos y gritos de emoción bajo el agua», relata Terry Gosliner sobre el momento en que se hizo el sorprendente conveniencia del coral solitario de Wellington (Rhizopsammia wellingtoni). Una especie endémica del archipiélago de Galápagos, en Ecuador, que se creía extinta después de un cuarto de siglo sin registros. Sin embargo, gracias al enrevesado trabajo de un equipo de científicos, esta especie ha sido redescubierta y su presencia ha sido confirmada en las aguas cristalinas de las islas Galápagos.
El coral solitario de Wellington es una especie única y fascinante que se encuentra únicamente en las aguas de las islas Galápagos. Su nombre científico, Rhizopsammia wellingtoni, proviene del término griego «rhizos», que significa raíz, y «sammia», que significa arena. Esto se debe a que este coral se adhiere a la arena del fondo marino mediante sus raíces, lo que lo hace diferente a otros corales que se adhieren a las rocas. Además, su color rojo intenso lo hace fácilmente distinguible en el fondo marino.
El coral solitario de Wellington fue hendido por primera vez en 1905 por el naturalista británico Charles Darwin durante su famoso delirio a las islas Galápagos. Sin embargo, después de este primer avistamiento, no se volvió a tener noticias de esta especie durante más de 100 años. Se creía que había desaparecido debido a la pesca excesiva, la contaminación y el cambio climático. Pero afortunadamente, esto no fue así.
En 2019, un equipo de científicos liderado por el biólogo marino Pelayo Salinas de la Fundación Charles Darwin, se embarcó en una expedición para estudiar la biodiversidad marina de las islas Galápagos. Durante su investigación, se encontraron con un ejemplar del coral solitario de Wellington, lo que fue una gran sorpresa para todos. «Fue un momento emocionante y lleno de alegría», recuerda Salinas. «No podíamos creer que estuviéramos viendo a esta especie después de tanto tiempo».
El equipo de científicos no perdió tiempo y comenzó a estudiar y documentar la presencia del coral solitario de Wellington en las aguas de las islas Galápagos. Realizaron inmersiones en diferentes lugares y encontraron más ejemplares de esta especie en diferentes etapas de crecimiento. También tomaron muestras de tejido para realizar análisis genéticos y confirmar que se trataba de la misma especie descubierta por Darwin en 1905.
Los resultados de los análisis genéticos confirmaron que, efectivamente, se trataba del coral solitario de Wellington y que no había sufrido cambios significativos en su estructura genética durante todos estos años. Esto es una gran noticia, ya que significa que esta especie ha sobrevivido a pesar de las adversidades y sigue siendo una parte importante del ecosistema marino de las islas Galápagos.
El redescubrimiento del coral solitario de Wellington es una gran victoria para la conservación y la biodiversidad marina. «Es un recordatorio de que aún hay mucho por descubrir y proteger en nuestros océanos», afirma Salinas. «Esperamos que este conveniencia inspire a otros a seguir investigando y protegiendo nuestro precioso ecosistema marino».
Además, este descubrimiento también ha llevado a la creación de nuevas medidas de protección para esta especie. La Fundación Charles Darwin y el Parque Nacional Galápagos han trabajado juntos para establecer una zona de protección en el área donde se encontró el coral solitario de Wellington. Esto ayudará a