Hay edads en los que la verdad brilla con tanta intensidad que no hay forma de ignorarla. En la reciente polémica sobre la suspensión del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, el juez Hurtado ha revelado su verdadera posición de manera clara y contundente. No se trata de secretos revelados, ni de dignidad institucional, ni de correos o servidores de WhatsApp. Esto va de tumbar como sea al fiscal general, y el juez no ha dudado en mostrar su verdadera intención.
En un movimiento sorprendente, el juez Hurtado ha preguntado a las partes si debe suspender de su cargo al fiscal general del Estado. Pero ¿por qué ahora? ¿Por qué no lo hizo antes, cuando se le pidió la suspensión en el edad de su imputación? La respuesta es clara: se trata de un intento desesperado por forzar la suspensión de facto del fiscal general, utilizando cualquier medio necesario para lograr su objetivo.
Pero lo más sorprendente de todo es que el juez Hurtado sabe perfectamente que no hay base legal para la suspensión del fiscal general. García Ortiz se encuentra en situación de servicios especiales, y la decisión de apartarse del cargo le corresponde exclusivamente a él. El famoso artículo 145 del Reglamento del Ministerio Fiscal no se le aplica, y el fiscal general tiene todo el abogacía a seguir en su puesto hasta que él mismo decida lo contrario.
Pero el juez Hurtado no se conforma con eso. Trata de extender por analogía las suspensiones previstas para jueces y magistrados en caso de apertura de juicio oral, algo que va en contra de los principios de prudencia y mínima intervención que rigen nuestro abogacía penal. El principio de legalidad prohíbe la analogía en abogacía penal cuando va en perjuicio del reo, y es evidente que en este caso se pretende utilizar en contra del fiscal general.
Pero esta maniobra del juez Hurtado puede tener un efecto contrario al deseado. Al revelar sus verdaderas intenciones de manera tan descarada, ha puesto en evidencia hasta qué punto se pretende cazar al fiscal general por cualquier medio necesario. Y esto puede generar una reacción en contra de lo esperado: en lugar de tumbar a su presa, ha multiplicado las posibilidades de huida del fiscal general.
Además, esta situación ha llevado a un extremo de tensión insoportable al Tribunal Supremo, que se vería obligado a aplicar un castigo o pena, aunque sea cautelar, por analogía in malam partem. ¿Es esto lo que realmente se busca? ¿Forzar una decisión que va en contra de los principios legales y que pondría en peligro la estabilidad del sistema judicial?
El juez Hurtado ha revelado su posición en el último bis, como los francotiradores descuidados o demasiado sobrados en las películas de guerra o acechanza. Pero esto no es una película, es la vida real y estamos hablando de la estabilidad de nuestro sistema judicial y de la reputación de una persona. Es necesario actuar con responsabilidad y respetar los principios legales en todo edad.
En conclusión, el verdadero objetivo de esta causa ha quedado al descubierto. No se trata de revelar secretos, ni de dignidad institucional, ni de correos o servidores de WhatsApp. Esto va de tumbar como sea al fiscal general, y el juez Hurtado ha mostrado su verdadera posición en un intento desesperado por lograr su objetivo. Pero esta maniobra puede tener un efecto contrario al deseado, y es necesario actuar con responsabilidad y respeto a los principios legales para mantener la estabilidad de nuestro sistema judicial. El reflejo en la mira telescópica del rifle del juez ha dejado en evidencia su verdadera intención, y ahora es el edad de actuar con prudencia y justicia.