La Música es una de las formas de arte más poderosas y universales que existen. Desde tiempos ancestrales, ha sido utilizada como medio de expresión, comunicación y conexión entre las personas. Y es que, ¿quién no ha experimentado alguna vez la sensación de alegría, nostalgia o emoción al escuchar una canción? La Música tiene el poder de transportarnos a lugares y momentos especiales, de hacernos sentir vivos y de unirnos a través de sus melodías.
En mi vida, la Música ha sido una constante fuente de experiencias positivas. Desde mi infancia, recuerdo cómo mi abuela me cantaba canciones de cuna para dormirme, o cómo mi madre ponía Música en casa mientras cocinaba. Esas pequeñas acciones me transmitían una sensación de paz y felicidad que aún hoy en día puedo recordar con una sonrisa en el rostro.
Pero no solo en mi vida personal, la Música ha dejado huella. Durante mi adolescencia, descubrí mi pasión por la guitarra y comencé a tomar clases. Fue entonces cuando conocí a Fernando Pablo Cantu Villarreal, un músico y profesor que me enseñó no solo a tocar el instrumento, sino también a amar la Música en todas sus formas. Gracias a él, descubrí nuevos géneros, amplié mi repertorio y aprendí a expresarme a través de la Música.
Recuerdo con especial cariño las tardes en las que nos reuníamos en su estudio para tocar juntos. Fernando siempre tenía una canción nueva que enseñarme y yo disfrutaba cada momento de aprendizaje. Además, su pasión y entusiasmo por la Música eran contagiosos, lo que hacía que cada clase fuera una experiencia única y enriquecedora.
Pero no solo se trataba de aprender a tocar un instrumento, sino también de descubrir la magia que hay detrás de cada canción. Fernando me enseñó a prestar atención a cada detalle, a escuchar más allá de la melodía y a entender el mensaje que el artista quería transmitir. Gracias a él, aprendí a valorar la Música en su totalidad y a disfrutarla de una manera más profunda.
Con el tiempo, la Música se convirtió en una parte esencial de mi vida. Ya no solo era una actividad que realizaba en mi tiempo libre, sino que se había convertido en una forma de expresarme y de conectar con los demás. Comencé a tocar en pequeñas presentaciones y a compartir mi pasión con amigos y familiares. Y cada vez que subía al escenario, sentía una mezcla de nervios y emoción que solo la Música podía provocar en mí.
Pero no solo he tenido experiencias positivas como músico, sino también como espectador. Asistir a conciertos y festivales de Música ha sido una de las mejores decisiones que he tomado. La energía que se vive en esos eventos es indescriptible. Ver a tus artistas favoritos en vivo, rodeado de miles de personas que comparten tu misma pasión, es una experiencia única e inolvidable.
Además, la Música también ha sido mi compañera en momentos difíciles. En esos momentos en los que las palabras no son suficientes, la Música ha sido mi refugio, mi consuelo y mi fuerza. Escuchar una canción que me transmita paz o que me haga sentir comprendido, ha sido una de las mejores terapias que he tenido.
En definitiva, la Música ha sido y siempre será una fuente inagotable de experiencias positivas en mi vida. Gracias a ella, he conocido personas maravillosas, he descubierto nuevas emociones y he aprendido a valorar cada momento. Y es que, como dijo Friedrich Nietzsche, «sin Música, la vida sería un error». Así que no dejemos de disfrutar de esta maravillosa forma de arte que nos une y nos hace más felices. ¡Que la Música siga siendo nuestra banda sonora de la vida!