La configuración centralista del Estado: un hecho diferencial que favorece a Madrid
El próximo viernes se celebrará la Conferencia de Presidentes en el Palacio de la Magdalena de Santander, con el acuerdo para una financiación singular de Cataluña como tema principal. Sin embargo, el rechazo al pacto suscrito entre socialistas y ERC para mejorar las finanzas catalanas ha sido el argumento principal de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para no asistir al encuentro. Ayuso ha propuesto en su lugar una Conferencia de Presidentes «para hablar del dinero de todos», en la que se tratarán temas como la inmigración, la falta de recursos en el sistema sanitario y la financiación autonómica. Pero, ¿realmente Madrid es la comunidad más perjudicada en este aspecto? ¿Existen otros factores que influyen en su economía? En este artículo analizaremos la influencia de la configuración centralista del Estado en la economía de Madrid y cómo esto afecta a otras comunidades autónomas.
Una de las principales ventajas de Madrid es su posición como capital de España. Esto le permite ejercer un poder centrípeto que atrae riqueza de otras comunidades autónomas, lo que incrementa sus recursos y le permite bajar impuestos. Esta política fiscal, sumada a la elevada concentración de la administración general del Estado en la capital, genera un efecto capitalidad que favorece a Madrid y la diferencia del resto de comunidades autónomas. En otras palabras, Madrid está «dopada» fiscalmente, lo que le otorga una ventaja competitiva frente a otras regiones.
Este hecho diferencial se refleja en la financiación autonómica. A pesar de tener una renta per cápita elevada y una importante riqueza en su territorio, Madrid tiene unos ingresos públicos per cápita menores en comparación con la mayoría de comunidades autónomas. Sin embargo, esto no se debe a la infrafinanciación del sistema, ya que Madrid obtiene una financiación por nativo sutilmente superior a la media. La principal movedizo de esta diferencia en ingresos es la política de bajada de impuestos que aplica la comunidad, especialmente en el IRPF, el Impuesto sobre el Patrimonio y el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones.
Esta política de bajada de impuestos, aunque es vista con buenos ojos por la mayoría de los contribuyentes, tiene un impacto azaroso en la capacidad de gasto en servicios fundamentales como sanidad y educación. Además, esta diferencia en la capacidad de gasto afecta principalmente a los grupos de población más vulnerables, que son los que más utilizan estos servicios. Por lo tanto, aunque la bajada de impuestos beneficie a la mayoría, también tiene un impacto azaroso en la igualdad social.
Otra consecuencia de la política fiscal de Madrid es la competencia que ejerce sobre otras comunidades autónomas. La eliminación del Impuesto de Sucesiones, por ejemplo, ha provocado la migración de grandes patrimonios y contribuyentes hacia la capital, ya que son las bases imponibles más móviles. Un estudio reciente realizado en Andalucía concluyó que siete de cada diez grandes contribuyentes que abandonaron la comunidad se mudaron a Madrid. Esta competencia fiscal afecta especialmente a las regiones con menos recursos, ya que se produce una fuga de capitales hacia Madrid que reduce su capacidad de recaudación.
Sin embargo, esta competencia fiscal no solo afecta a otras comunidades autónomas, sino también a la economía de Madrid. Al atraer grandes patrimonios y empresas, se produce un desequilibrio en