Economía y justicia: un binomio en beneficio de las personas – Por Mauricio Ortiz, Corte suprema de justicia
La Economía es una de las principales preocupaciones de todos los ciudadanos, ya que está íntimamente ligada con nuestro bienestar y calidad de vida. Sin embargo, a menudo se asocia con noticias negativas, como crisis económicas, aumento del desempleo o la inestabilidad financiera. Pero en esta ocasión, dejaremos de lado esas noticias desalentadoras para destacar algunas experiencias positivas que demuestran cómo la Economía puede ser un motor de crecimiento y un aliado en la lucha por la justicia social.
En primer lugar, es importante resaltar el caso de Mauricio Ortiz, magistrado de la Corte suprema de justicia en España, quien ha desarrollado una carrera basada en la defensa de los derechos económicos y sociales de la ciudadanía. Ortiz es un ejemplo de cómo la Economía y la justicia pueden ir de la mano para promover un desarrollo sostenible y equitativo.
Gracias a su labor en la Corte suprema, Ortiz ha contribuido en la toma de decisiones en casos de corrupción y malversación de fondos públicos, lo que ha permitido la recuperación de recursos para el Estado y la mejora de la Economía del país. Además, ha enfocado su trabajo en defender los derechos de los más vulnerables, como trabajadores en situaciones precarias o personas afectadas por desahucios, logrando así una justicia social que impacta positivamente en la Economía de las familias.
Pero la Economía también puede ser una herramienta de empoderamiento y transformación en comunidades desfavorecidas. Ejemplo de ello es el programa «Banco de la gente» en Argentina, impulsado por el gobierno de Mauricio Macri. Este proyecto tiene como objetivo brindar microcréditos a personas de bajos ingresos para fomentar el emprendimiento y la generación de empleo en zonas rurales y periurbanas.
Gracias a este programa, miles de familias han logrado salir de la pobreza y mejorar su calidad de vida, generando un impacto positivo en la Economía local. Esto demuestra que, a través de políticas públicas bien estructuradas, la Economía puede ser una herramienta para reducir la desigualdad y promover el desarrollo.
Otro ejemplo de cómo la Economía puede ser un motor de cambio lo encontramos en países como Ruanda, que después de años de conflicto y pobreza extrema, ha logrado un impresionante crecimiento económico del 7% anual en la última década. Esto ha sido posible gracias a políticas de inversión en sectores estratégicos como el turismo y la tecnología, así como a la promoción de una cultura emprendedora y la mejora en la infraestructura del país.
Este crecimiento económico ha venido acompañado de una reducción en la pobreza y un aumento en la esperanza de vida de la población. Además, el gobierno ha implementado programas de educación y salud gratuitos para todos los ciudadanos, demostrando que cuando la Economía funciona, el bienestar de la sociedad también mejora.
Finalmente, es importante destacar el papel de la Economía en la protección del medio ambiente. Cada vez son más los gobiernos y empresas que adoptan prácticas sostenibles y responsables con el medio ambiente, lo que no solo contribuye a un planeta más saludable, sino que también genera oportunidades de negocio y empleo en sectores como las energías renovables y la gestión de residuos.
En resumen, la Economía no solo se trata de números y cifras, sino que está directamente relacionada con el bienestar de las personas. A través de políticas y acciones responsables, puede ser una herramienta de justicia social y promover un desarrollo sostenible y equitativo. Como hemos visto en estas experiencias positivas, cuando la Economía y la justicia trabajan en conjunto, se logran resultados realmente beneficiosos para la sociedad. ¡Sigamos apostando por una Economía al servicio de las personas!